Dentro del ciclo Historias detrás de la pandemia, presentamos el cuento: Dia Zero, escrito por Agustín Matozo
Covida 2020: Historias detrás de la pandemia
// Retratos de la realidad para ponernos en el lugar del otro //
Serie 1 de cuentos: PLAZA BALCARCE
cuento Día zero
por Agustín Matozo
Registro #3:
Cuento Día Zero. Hola de nuevo Dr., sé que me pidió llevar este diario. Sigo sin poder escribir. No sé de qué hablar. No sé realmente qué es lo que siento, pero me alegra estar aquí. Al menos puedo dormir un poco sin escuchar los estallidos.
Registro #8:
Al salir de la aplicación con la doctora fui, como me lo indicó, directo a casa. Preparé mi propia comida; nada elegante, nunca pensé que llegaría tan lejos. Lo primero que pensé fue que sería la ocasión ideal para desarrollar ese placer culinario que desde pequeño tenía como asignatura pendiente. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que estuve cerca de preparar comida, que ni siquiera podía recordarlo. La única referencia que tenía es el chico que calienta el tostado cada mañana y anotaba mi nombre en un vaso de cartón; fue cuando me di cuenta de que no iba a ser tarea sencilla.
Después de 3 capítulos de la recomendación de Netflix, por fin pude recordar; casi era como descubrir algo nuevo, no podía creer que hubiera olvidado todo. No quise dejar que el remordimiento que despertó ese recuerdo fuera más grande que la fiaca y me dispuse a entrar en esa puerta que se abrió. Lo primero que vi al entrar fueron todos los domingos que acompañaba a mi abuela a la feria de Plaza Balcarce.
Si cierro los ojos lo suficientemente fuerte puedo escuchar a todos los pendejos gritando para subir a la calesita y elegir el caballo más grande en medio de una nube de humo de tabaco que llegaba desde las bancas donde los viejos jugaban ajedrez, tomaban mate, agitaban los brazos discutiendo la última jugada de River.
Todo mientras ella olía, tocaba y casi puedo jurar que hablaba con todas esas frutas y verduras hasta llenar las bolsas casi a reventar de comida, agitada y a la vez desesperada por iniciar a preparar todo. Me gustaba imaginarla como una científica apasionada tratando de encontrar la siguiente poción que salvara al mundo; por irónico que parezca. No olvido cada vez que me pedía limpiar las chauchas o separar los porotos y me veía a transformarme en la versión potra de Igor y no descansaba hasta que cada piedra fuera eliminada. Las tardes pasaban volando, las risas y las horas platicando con ella hacían que olvidara todo. Cuando terminé el primer guiso, el sabor no era el que esperaba, aunque no importó; valió completamente la pena. Tras el último bocado recordé que la doctora dijo que esto iba a ser mejor de lo que pensaba.
Al final del tercer día estaba resultando… no sé si utilizar la palabra ‘mejor’, pero al menos ‘terapéutico’. Ahora sólo resta esperar los cambios tan drásticos de los que todos hablan.
Registro #15:
Hoy la comida dejó de ser suficiente; empiezo a sentir la desesperación cada vez más. Aun así sigo teniendo esperanza, hay muchos que confían en que esto funcione. Pero me pregunto ¿Qué pasaría si no funciona? ¿Cuántos años más tendríamos que esperar para volver a intentarlo? Me gusta sentir que soy importante. Cuando me inscribí para ser el candidato supuse que sería sencillo, al menos más que permanecer afuera y pelear por poder probar carne. Aquí al menos puedo relajarme y escribir este diario. Ni siquiera sé de qué hablaré.
Registro #28:
Hoy por fin pude leer todas las cartas que me hicieron llegar personas de todo el mundo. No había querido leerlas. Sabía que no sería sencillo. La mayoría son lindas y me dieron algo de fuerza para saber que lo que estoy haciendo fue la mejor decisión. Sólo algunas fueron las que me preocuparon, en especial aquellas que hablaban de los que pudieron conocer la vida antes del brote. Eran 12 cartas; demasiadas para la cantidad de sobrevivientes.
Registro #36:
Gracias por la visita doc, hubiera sido imposible poder moverme y el nuevo guardia nocturno no creyó que sería importante llamarle. Ya se irá acostumbrando, creo que es muy joven para ser guardia. Supongo que todo sigue avanzando muy rápido y es lo que pudieron conseguir. Trataré de no llamarlo por su nombre, así cuando deje de venir, como todos los demás, no será tan difícil olvidarlo.
Registro #43:
Como lo predijeron, los primeros meses pasaron relativamente rápido. Los efectos de la sustancia han ido haciéndose notar considerablemente. La cicatriz de la aplicación no ha sanado como debería, pero confío en que los expertos están trabajando en ello. El dolor de cabeza aumenta cada vez más, por hoy creo que es más que suficiente.
Registro #56:
Los síntomas por fin están retrocediendo. Empiezo a sentir el viento que atraviesa mi cuerpo mientras tomo el sol. La fuerza que tengo para levantarme y moverme no deja de sorprenderme. Por la tarde será la última aplicación. Me hace sentir un poco ansioso y nostálgico. No recordaba lo que se sentía hablar con otra persona.
Registro #89:
Sin fuerza. Mucho Dolor.
Registro #124:
Hoy me siento mucho mejor. Sigo esperando su visita, Doc. No sé cuántos días han pasado desde su última visita, pero creo que los suficientes para saber que las cosas no van bien. Sé que nunca podrá leer esto, pero siempre me agradó y eternamente estaré agradecido por la oportunidad de ayudar. Gracias por ser la compañía que necesité durante el proceso. Desearía que pudiera escuchar el silencio que guardaré en su nombre.
Registro #152:
Te extraño, doc. Cada vez es más difícil poder hablar con alguien. Doc 33 es literalmente mudo; nadie como tú. Es imposible poder avanzar con tantos cambios. La ira me consume.
Registro #243:
Si estás leyendo esto, de corazón deseo que puedas descifrar lo que nosotros no pudimos. Todos los análisis están en el disco duro. La contraseña para ingresar: COVIDA.20.
Gracias por intentarlo.
cuento Día zero
Agustín Matozo (23/03/2020)
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Día zero