Presentamos el cuento: Pandemia y esclavitud sin cadenas, escrito por José Luis Anzit
Covida 2020: Historias detrás de la pandemia
// Retratos de la realidad para ponernos en el lugar del otro //
Serie 1 de cuentos: PLAZA BALCARCE
Pandemia y esclavitud sin cadenas
por José Luis Anzit
Cuento: Pandemia y esclavitud sin cadenas
Estimado Jorge:
Como bien sabés, cuando me embarga una extraña sensación anímica o emoción incomprensible, suelo escribirte. No solo para que me aconsejes con la sabiduría que te caracteriza, sino, además, para comentarte que, según mi humilde opinión, la pandemia del «coronavirus» que estamos atravesando también puede solucionar el problema de la pobreza y el voluminoso sobrante de seres humanos que hoy padece nuestro desgastado planeta. Paso a contarte mi teoría, que debo reconocer nació de dos hechos fortuitos que podrás descifrar a lo largo de la lectura de esta misiva.
Una circunstancia que nadie sabe y, por ello, apelo a tu recono-cida y prudente discreción, fue que -durante los días 17 y 18 de este mes y año- nos reunimos secretamente y bajo juramento de ultra confidencialidad, aproximadamente, unas cuarenta personas en la Isla de Aruba, o sea en la casa de Juan José del Castillo, el ‘zar mundial de las drogas’. Creo que te acordarás, porque me asististe durante las negociaciones que mantuve con él, allá en los fines del año 2001, a fin de unificar el comercio de todos los tipos de estupefacientes, y en lo que a mí atañe crear un solo código reglamentario de finanzas y de ‘lavado de activos’ de las ganancias que origina tan próspera actividad productiva.
Huelga decirte, a modo de introducción de los personajes en danza, que a ese seminario (por llamarlo de alguna forma) concurrieron represen-tantes de la «Trilateral Commision», la «Deutsche Wirtschaft», entre otras entidades multinacionales, mientras que por la banca y las finanzas mundiales fuimos nada más que cinco representantes de los grandes holdings: yo asistí como representante del JPMorgan International y de los bancos estatales y privados de Latinoamérica. Asimismo, se acoplaron, con voz y voto, los hombres de mayor confianza de las cúpulas gobernantes de Estados Unidos, Unión Europea, Rusia, China, Japón y Estado del Vaticano. En fin, sin temor a exagerar podría aseverarte que en las cuarenta sillas que ocupamos estaba sentada el ochenta por ciento (80%) de la riqueza mundial. Una vez abierto el debate, previa bendición del nuncio apostólico que envió el Papa, por votación unánime se dispuso que el dueño de casa, nuestro común amigo Juan del Castillo presidiera el cónclave. En ese momento, tomamos conciencia que la reunión no era una fiesta de navidad, sino, que se trataba de discutir y definir el nuevo mundo que surgiría luego de la actual pandemia.
Si Castillo no podía conducir el «meeting», no conseguiríamos otro que lograra hacerlo, habida cuenta el peso específico de poder y personalidad que revestían los invitados a semejante ágape de ‘tiras y aflojes’ cuando se trata de defender los intereses propios o enconmendados. Me consta que Castillo es un caballero ilustrado, pero sus genes formados al calor del «crimen organizado» no le harían temblar el pulso si debe pasar a mejor vida a algún concurrente que no respete las reglas del juego, sea en el debate o en el cumplimiento de las resoluciones definitivas dispuestas.
Luego, si te interesa el tema, podemos encontrarnos personal-mente para ampliarte los detalles, inclusive, por supuesto, con los sabrosos y sesudos monólogos y diálogos que se produjeron a lo largo de la reunión. Te puedo asegurar que algunos de ellos son magníficos, pero hay otros que sencillamente confirman mi opinión de que «… el hombre no fue hecho a imagen y semejanza de Dios, sino, con total certeza, del Diablo…».
Tal como te conozco, se que sos hombre de poca paciencia, así que dejaré tanto prólogo para ingresar de lleno a las conclusiones que arribé; aclarándote que no existió ninguna conspiración -como suelen denominarlas los periodistas que están en nuestra nómina- cada vez que existe algún colapso o siniestro en el planeta Tierra. Ya veremos -más adelante- que les obligaremos a decir y/o escribir a nuestros lenguaraces mediáticos, una vez que nos interese que el ‘coronavirus’ se aplaque, extinga o convierta en un buen negocio.
Del extenso y fecundo intercambio de ideas, yo extraigo las siguientes y primarias conclusiones:
«La pandemia es un verdadero juego macabro… Es una pandemia y esclavitud , pero sin cadenas»
1º) Lo pienso así, amigo. La pandemia es un verdadero juego macabro, una pandemia y esclavitud sin cadenas, que de improviso nos cayó -sea por mandato divino o los desastres que cometimos los humanos respecto de los dones naturales-. En cierta medida, puedo aseverar que devastó parte de nuestro mundo y sus creencias automáticas, y ame-naza con despojarnos de todo y modificar nuestras conciencias para siempre.
Su radio de acción afectó a todo títere con cabeza, ya que los países ricos y los sectores sobrealimentados de las naciones pobres generamos una cierta frivolidad negadora acerca de las seguridades inmutables de nuestro estilo de vida. Sirva Europa de ejemplo, quienes se creyeron que su eventual prosperidad sostenida los había convertido en invulnerables.
2º) Es una pandemia y esclavitud sin cadenas.- Los países del Primer Mundo, y parte del Segundo (los más ricos de la ex Unión Soviética), por ahora, van a sobrevivir debido al alto nivel de atesoramiento financiero, tecnológico e industrial que acusan sus reservas. A ello, debe sumarse que tienen una población mediocre y adocenada que resulta fácil controlar a través de la droga y el alcohol.
Prefieren trabajar unas pocas horas en su hogar -con el confort que esa situación conlleva-, y en sus horas libres dedicarse al consumo de lo que les venga en gana. No es gente que aspire al poder, aunque muchos integren grupos subversivos o terroristas, en gran parte por estar de moda dicha postura, y en pequeña escala por convicción. Igualmente, las cabezas y jerarquías de estos insurrectos las tenemos bien controladas a través de los servicios de inteligencia de las grandes potencias.
Este esquema es viable y de una meridiana y posible ejecución, pero el problema más grave y urgente de la futura economía son los cuentapropistas, los que están en la economía en negro, los que ni siquiera tienen cuenta en un banco. Están encerrados en sus casas y no hay forma de que reciban una remuneración ni un subsidio. No es un tema baladí, porque si no lo resolvemos adecuadamente, vamos a tener enfrentamientos con las 3/4 partes del Tercer Mundo (Latinoamérica, África, sur de Asia y Oceanía) y, ello es así, porque su reducida actividad económica se circunscribe al sector «informal», lo que, en buen castizo, significa que estos trabajadores no son interesantes para nadie, sea el Estado, el sector privado, etc..
«…siempre las revoluciones se irradiaron desde la periferia…»
No olvides que siempre las revoluciones se irradiaron desde la periferia hacia el centro. Por ello, este escabroso tema te lo dejo para que nos aconsejes cómo solucionarlo sin generar brotes de violencia o rebeliones civiles. No solo es un tema financiero porque, además, encierra múltiples aristas que debemos limar los cuarenta personajes que describí en un párrafo anterior, o sea que este ‘intríngulis’ afecta directamente al poder mundial.
3º) No hace falta decirte que siempre las rebeliones populares fueron vencidas a sangre y fuego, con sus consiguientes muertos y heridos y que, en más de una oportunidad, nos hicieron trastabillar nuestra propia escala de poderes. Por ello, antes de cualquier decisión que tomes en cuanto a la invitación que te curso para que te unas a nuestro grupo, deberías considerar mis pequeñas apostillas sobre tan compleja trama de sucesos:
3.1.) En primer lugar, los sectores juveniles actuales (entre los 18 y 30 años de edad) no tienen el alto grado de politización que ostentó nuestra vieja generación, fuese para la ideología que fuera. Excepto pequeñas excepciones la mayor parte de ese segmento etario vive en un estado de semi-ignorancia intelectual, que saben cubrir por medio del manejo de la tecnología vigente, perosu natural soberbia juvenil y desmedida ambición los convierte en material permeable para que, por algún dinero más o menos interesante, se pongan a nuestra entera disposición. Solo habría que reclutar y pagar a aquéllos jóvenes que evidencien dotes de liderazgo, falta de escrúpulos y sean vulnerables, eventualmente, para el caso de que su excesiva avidez nos obligue a retirarlos de escena para siempre.
Debe quedar perfectamente en claro que la «operación» de dominio a llevar a cabo no será instrumentada por la vía armamen-tística, toda vez que seremos sutiles y persuasivos. Ya sabés que desde hace tiempo nos encontramos abocados a ir reduciendo, y si se puede, eliminar a las fuerzas armadas del mundo, ya que estos cretinos nos han metido en cada crisis y enfrentamientos que luego nos costó «sangre, sudor y lágrimas» poderlos enmendar.
En suma, no buscamos que todo el planeta se convierta en un campo de concentración al estilo nazi, tal como fuera el famoso matadero de «Auschwitz-Birkenau»; únicamente, pretendemos crear en el mundo una especie de jardín o plaza que se rija por las leyes de la ‘guerra bacteriológica’, que demostró su gran potencialidad en la Primera Guerra Mundial. Según nuestros amigos, dueños de la industria farmacológica y del mayor paquete accionario de todos los laboratorios de la Tierra, nos aseguran que están en condiciones de producir cualquier tipo de bacteria que inicie epidemias, pestes, pandemias, etc., que irían de simples placebos, enfermedades controladas con ‘feedback’ asegurado, y de ser necesario, contaríamos con potentes fármacos que podrían destruir a toda una nación o, al menos, una gran proporción de su población y territorio.
No quiero apabullarte con tanta informa-ción, pero si se te ocurre alguna pregunta, idea o inquietud llamame a mi casa veraniega de Jamaica, por la línea privada que te agendé. Me voy a pasar la cuarentena allí, porque al ser una persona de riesgo me recomendaron que fuese a una zona más bien calurosa. Desde ya, si es tu deseo, quedás invitado. Te agrade-cería que le suministres al tema en despacho la importancia que se merece, y trates de contestarme a la brevedad posible.
Sin otro particular, recibí un fuerte abrazo de tu seguro servidor y amigo.
J.L.A.G.
P.D.: Con el estusiasmo que me despertó el proyecto antedicho, me olvidé de contarte como me surgieron las ideas que te redacté en las cuartillas precedentes. Aunque te resulte cómico, el disparador que me hizo temblar el cerebro fue una foto de la Plaza Balcarce, sita en el Barrio de Núñez, que me envió un estimado ex profesor de teatro que me enseñó las herramientas básicas del oficio de actor, que debo reconocer que me sirvió de muchísima ayuda cuando debí comunicarme con otras personas o grupos, ya fuese para resolver situaciones difíciles, negociar duramente o disponer de alguna vida, empresa o región territorial. Te robo un minuto más de lectura. Según la susodicha foto observas un magnífico parquevacío, con bellas flores y hermosos asientos, contando además con una calesita de la línea «vintage».
Todo lo contrario a lo que mirás cuando el ser humano se apropia del espacio público, tales como: excrementos de animales, gente mal entrazada, jóvenes nocturnos que se reunen al solo efecto de cumplir con el rito sagrado de libiar cerveza, y cuando pueden le agregan la ingestión de drogas. Bueno, sería largo de explicar los males que nos hace padecer la condición humana. Por ello, esa foto me condujo a la ilusión de vivir en un mundo sin tanta miseria y gente que aún no sabe para que nació. No pienses que soy un misántropo, porque te consta que nunca lo fui.
Nuevamente te saludo, y te recuerdo cuando en nuestra juventud mirábamos con exaltación del lema de Wall Street: ‘la codicia es buena’ (greed is good). Todo esto ahora puede estar en jaque. Esperemos que no tenga los días contados. Está en nuestro pensamiento y acción que esto no ocurra. De nuevo, abrazos. J.L.A.G.
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Cuento: Pandemia y esclavitud